miércoles, febrero 18, 2004

Estornudar es fatal.

Ultimamente estoy estornudando mucho, y si bien no despliego gran parafernalia (nada de amplios espectros sonoros ni gestos ampulosos), no puedo evitar recordar que mi papá contaba que cuando él era chiquito, un pibe de su barrio se había muerto porque estornudó y al bajar inexorablemente la cabeza con involuntaria violencia, se clavó un fierro en la frente.

Vea qué cosa que es la vida, diría mi buen Luca.

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