Los muertitos pueden no encontrarse en los cementerios, pero sí en los placares.
Hay gente que tiene muertitos repartidos por toda la ciudad. Cada esquina es un muertito.
Los muertitos a veces se la pasan llorando por los rincones y a cad transeúnte que se les cruza le cuentan sus desventuras. Otros, en cambio, están tan inexistentes y silenciosos como cuando estaban vivos.
De tanto en tanto, los muertitos pueden visitarnos en sueños pesadillosos y nos traen sabores de tiempos pasados, sudores que podrían haber sido, vengándose en su ausencia.
Algunos muertitos entran en estado de putrefacción y molestan porque hacen más perceptible su resencia/ausencia.
A otros muertitos hay que seguirlos hasta el reino de Hades (que nada tiene que ver con la soja), para clavarles su bien merecida estaca y así conseguir que no aparezcan más.
Yo creo que quienes guardan a los muertitos en el placard son porque en el fondo les gusta sentir sus hedores y saber que siguen, aunque muertos, detrás de esa puerta.
Los menos son los muertitos que rehuyen de los vivos, pero esos son los que siempre me tocaron a mí.
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