sábado, abril 03, 2004

Caos

La vi. Estaba frente a mí. El mundo se me vino abajo. Tan negra, tan firme, tan decidida. Tan grande. Hice un tour a velocidades cercanas a las de la Schumacher para conseguir un maldito insecticida. Y casi no había más.
Hacía unos instatenes nomás que se me ocurrió levantar la ventana. QUé peligro podría albergar una ventana abierta un sábado soleado? Ella. La antugua presencia de un invocador, de un protector contra bajas bestias -comunmente llamado fumigador-, me había tranquilizado. Pero también hizo uqe me descuidara. No estaba preparada para su presencia. Tan poderosa incluso patas para arriba y a medio agonizar que no permitía que me acercase. Que me hizo permanecer firme en mi lugar como una estalactita cuanto intenté -chancleta de mi padre en mano- matarla presa de una violencia contenida.
No fue posible, sin embargo acompañé cada uno de sus movimientos, de sus últimos estertores hacia la total finitud. Y ahora es una masa muy forme, muy grande, silente e inmóvil, pero poderosa como un rey muerto.
Aún no creo que esté muerta, que haya paralizado sus intenciones macabras de invasión. Y no voy a estar tranquila hasta que la quite de mi vista y restaure de esta manera el orden de mi mundo que ese gran insecto me quitó.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario