viernes, mayo 28, 2004

Rollito

Me envuelvo. Me enrollo. Paso de ser una empanada, a un niño envuelto y luego, una empanadita china. Tirabuzón. Acaba de pasar el estado de caracol, luego el de panqueque, y sigo. Me enrollo, me enrollo, me enrollo. Ahora soy un pionono, un matambre. Doy vueltas y vueltas y vueltas hasta llegar al estado de fiambre-en-medio-de-una-alfombra. Y lo sobrepaso y ya casi soy un torbellino, o un remolino, depende en qué medio me encuentre.
Bueno, basta. Ya está bien de vueltas. Ahora, a desenrollar. Como la calesita manual que uno gira hacia el otro lado. Ya fue bueno. Como el engaño ese para dejar de estar mareado, que dicen hay que dar vueltas para el otro lado. Como el fideo fino. Es mentira, pero sirve. Fuerza. Dar vueltas para el lado contrario es más difícil. "Nada resiste a la torsión", era la música que sonaba once upon a time. Como para abrir la viandada. No, pero yo tengo más fuerza y puedo deshacer lo hecho. Me concentro, me tenso, transpiro y me desremolinizo (o destorbellinizo, según el medio). Y ahora son un fiambre-en-medio-de-una-alfombra, pero en rewind. Y me desmatambro, me despiononizo.
No sé si voy a poder llegar como vine, pero el estado desmatambrado me sienta bien y sirve como descanso para la próxima etapa.

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