-Pensamiento!
Vi al Sr. que acababa de nombrarme, bajito, regordete. Le sonreí orgullosa.
-Lindo pensamiento!-, me dijo, se acomodó el caluroso traje y siguió caminando por Plaza de Mayo.
Lector apacible y bucólico, hombre de bien, discreto y sano, tira este blog Saturniano Pero si sabes contemplar, espantarte, los abismos, lee y aprenderás a amar. Alma que vas buscando abrigo y sufres mis dolores mismos, ¡apiádate!... si no te maldigo. (Baudelaire)
lunes, noviembre 29, 2004
domingo, noviembre 28, 2004
jueves, noviembre 18, 2004
Descienda por atrás
A colación de lo que Racter puso sobre el tapete, hoy hubo un incidente que me acercó más a la teoría de que los hombres y sus automotores tienen la misma relación que Mazinger y Cogi Kobuto. Si tocan su auto, lo tocan a él.
Día de paro de subte, kaos en la ciudad. Autos, autos, autos. Gente, gente, gente. Permiso, permiso, permiso. Gracias, gracias, gracias.
Yo, cual cocodrilo con insomnio, antes de probar un infructuoso acercamiento al subte, y dada mi próximamente caduca condición de pre cabecera (Primera Junta), conseguí un colectivo con cierta facilidad, cierto confort. No al punto de snetarme (igual no quería hacerlo), pero estaba bien.
A medida que las calles se abrían frente a nosotros (a mi modo de ver, de costado), la gente se agolpaba en una dudosa fila ante los postes en los que los autobuses deberían detenerse. Lo cual no sucedía, porque la puerta delantera del rodado permanecía empecinadamente cerrada, en beneficio de la apenas ensardinada tripulación.
Hasta que en un semáforo de chofer desprevenido y puerta sorda a los reclamos de los potenciales pasajeros, al abrirse la puerta del medio para alguien bajar, la horda iracunda tomó decidida parte del vehículo.
La indignación del conductor lo hizo saltar de su asiento amortiguado, sintiéndose herido, vejado, humillado. "Cómo van a subir por la puerta de atrás?", gritaba con los ojos inyectados de ira, "eso no se hace!!!". Había perdido la autoridad, el control del colectivo, ante la masa -¿monstruosa?- de trabajadores cansinos que clamaban llegar a ocupar sus lugares.
Día de paro de subte, kaos en la ciudad. Autos, autos, autos. Gente, gente, gente. Permiso, permiso, permiso. Gracias, gracias, gracias.
Yo, cual cocodrilo con insomnio, antes de probar un infructuoso acercamiento al subte, y dada mi próximamente caduca condición de pre cabecera (Primera Junta), conseguí un colectivo con cierta facilidad, cierto confort. No al punto de snetarme (igual no quería hacerlo), pero estaba bien.
A medida que las calles se abrían frente a nosotros (a mi modo de ver, de costado), la gente se agolpaba en una dudosa fila ante los postes en los que los autobuses deberían detenerse. Lo cual no sucedía, porque la puerta delantera del rodado permanecía empecinadamente cerrada, en beneficio de la apenas ensardinada tripulación.
Hasta que en un semáforo de chofer desprevenido y puerta sorda a los reclamos de los potenciales pasajeros, al abrirse la puerta del medio para alguien bajar, la horda iracunda tomó decidida parte del vehículo.
La indignación del conductor lo hizo saltar de su asiento amortiguado, sintiéndose herido, vejado, humillado. "Cómo van a subir por la puerta de atrás?", gritaba con los ojos inyectados de ira, "eso no se hace!!!". Había perdido la autoridad, el control del colectivo, ante la masa -¿monstruosa?- de trabajadores cansinos que clamaban llegar a ocupar sus lugares.
martes, noviembre 16, 2004
sábado, noviembre 13, 2004
jueves, noviembre 11, 2004
miércoles, noviembre 10, 2004
domingo, noviembre 07, 2004
miércoles, noviembre 03, 2004
Magnitudes
La ternura de los hombres secos, rudos o simplemente malos, es doblemente tierna. Así como shiny people´s dark side is even darker.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)