jueves, noviembre 18, 2004

Descienda por atrás

A colación de lo que Racter puso sobre el tapete, hoy hubo un incidente que me acercó más a la teoría de que los hombres y sus automotores tienen la misma relación que Mazinger y Cogi Kobuto. Si tocan su auto, lo tocan a él.
Día de paro de subte, kaos en la ciudad. Autos, autos, autos. Gente, gente, gente. Permiso, permiso, permiso. Gracias, gracias, gracias.
Yo, cual cocodrilo con insomnio, antes de probar un infructuoso acercamiento al subte, y dada mi próximamente caduca condición de pre cabecera (Primera Junta), conseguí un colectivo con cierta facilidad, cierto confort. No al punto de snetarme (igual no quería hacerlo), pero estaba bien.
A medida que las calles se abrían frente a nosotros (a mi modo de ver, de costado), la gente se agolpaba en una dudosa fila ante los postes en los que los autobuses deberían detenerse. Lo cual no sucedía, porque la puerta delantera del rodado permanecía empecinadamente cerrada, en beneficio de la apenas ensardinada tripulación.
Hasta que en un semáforo de chofer desprevenido y puerta sorda a los reclamos de los potenciales pasajeros, al abrirse la puerta del medio para alguien bajar, la horda iracunda tomó decidida parte del vehículo.
La indignación del conductor lo hizo saltar de su asiento amortiguado, sintiéndose herido, vejado, humillado. "Cómo van a subir por la puerta de atrás?", gritaba con los ojos inyectados de ira, "eso no se hace!!!". Había perdido la autoridad, el control del colectivo, ante la masa -¿monstruosa?- de trabajadores cansinos que clamaban llegar a ocupar sus lugares.

1 comentario:

  1. Es que desarrollo su experiencia choferistica en Estocolmo.. que va a hacer

    Martin

    ResponderBorrar