jueves, abril 14, 2005

Garganta con arena

Después de hablar un rato el portugués, tenía que reacomodar mi garganta, mi paladar y mi boca para el idioma castellano. De hecho, me accedían dolores y calambres en lugares que no sabía que utilizaba para hablar.
Lo mismo me pasó hoy, cuando reestructuré mi sistema vocal para el tono de la queja. Ya había perdido la práctica. En portugués uno se queja de otra manera. Debe ser por el ruido del mar. La ciudad ayuda a desarrollar la modalidad oral quejosa.

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