miércoles, diciembre 14, 2005

Astrológico

Ayer anduve con la angustia como bufanda hasta que hablé con él y me liberó con un te quiero fraternal por la Av. Callao.
Yo llegaba tarde -siempre llego tarde- y ajustaba el paso entre medio de la gente que a esa hora se vuelca al placer o al descanso. Con una siesta tardía atravesada a mitad del sueño, intuía quiebres de cintura que me hicieran ganar espacio.
Como en Uruguay: ya no importa donde vaya o que no tenga obligaciones en esas zonas, pero siempre que entro a esa calle Uruguay, acelero el clap tlop. Siempre que subo. Cuando bajo, me eleva la sensación de triunfo y el sol brilla sólo para mí. Soy su luna. El descenso de Uruguay tiene gusto a gloria y los pasos son cancheros, un poco más a tierra -poruqe la tierra que yo quiero tiene el gusto del descenso de Uruguay-, la promesa del reconocimiento con otros satélites del sol, brillantes, satisfechos, sonrientes. Y hasta quizás, un choque de planetas.

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