lunes, octubre 23, 2006

Creo que si tuviera que matar una cucaracha por primera vez, tendría que ser en la calle y con zapatotes. Es decir, tendría que ser una cucaracha anónima. No como las cucarachas que se te meten en la casa -o anidan en ella- porque esas cucarachas son propias; se convierten en la Enemiga Pública Nro. 1. Ya es algo personal, es una cuestión de invasión. Y es válido decirle gritarle "´Salí! No te quiero más acá!" (cuando lo hice me sentí un poco William Wallace, pero la cucaracha ni se cucaracheó). Por eso, cuando pise a una cucaracha, que sea en un espacio neutral y se trate de una metonimia de las cucarachas: una cucaracha que represente a todas las cucarachas del mundo. Como una cuestión de especies. Y así ya nunca voy a tener que pisar una cucaracha otra vez, porque no va a ser necesario. Porque se va a tratar de mi propia superación. (O sea, que voy a tener la excusa como para atrincherarme raid en mano en las situaciones subsiguientes.
También existen las cucarachas que merecen ser pisadas con taco aguja. A esas también hay que tomarles la práctica.

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