jueves, enero 10, 2008

Volvió el patito que se había piantao de la fila.

Qué tonta fui!
Qué necia!

Me preguntaba qué era lo uqe tenía qeu aprender de todo esto y no podía descubrirlo. Recién ahora, que los meses han pasado, que me desapasiono de a poco en mis análisis(sis) e incluso sin necesidad de releerlo, me doy cuenta. La enseñanza, la moraleja cual Esopo estaba allí entre sus letras: si él podía agarrarse de una nimiedad fuera de contexto para enojarse conmigo, ¿por qué yo, que tengo todo el derecho más que justificado de enojarme por decepciones sucesivas (sí, lo reconozco: soy mujer de segundas y terceras oportunidades) no puedo también apelar al enojo para hacer más fácil el duelo?
Al final, la maltratada fui yo, la intolerada fui yo, la malquerida fui yo y la que salió perdiendo -o no- fui yo. Entonces...
Pongo a un lado esa parte de mí que va a amarlo incondicionalmente y monto en Cólera (caballito de batalla), como corresponde. Así: de manera elegida, no por despecho, no como única opción.

3 comentarios:

  1. Ja! Vos también pasaste por el "no sé porqué miércoles no me puedo enojar con él después de todo lo que hizo ( o empezó a hacer y no terminó)"? Jajajajajaja! No es que me sienta reflejada, nooooooooo ni un poquito... pero creo que te entiendo...

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  2. Es que resulta casi necesario encolerizarase si una está lastimada.

    Hasta me ha pasado de tener que recurrir a ello aún cuando no tenía ni la más mínima razón para enojarme porquetododeocomúnacuerdomuycharladito.

    Seh, "¿pero quién me quita la tristeza?". Y ahí intervenía perfectamente el Sr. Cólera Vibrio Cholerae.


    Saludos.

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  3. Aguante el enojo!
    Igual, me di cuenta de uqe puedo sostenerlo de a ratitos, nomás.

    Quizá con el itempo pueda bancarme más ratitos y más, hasta bancarme un ratón y poder -finalmente- sacarlo de mi vida.

    Hola, Atina!

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