viernes, mayo 15, 2009

Y así, la Srta. K. descubrió que tener el corazón roto no siempre se debía a ser malamada.

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Y la muerte está ahí. No como enemiga ni como fin, sino como hábito, como potencialidad, como germen. Según dice Pratchett, sólo pueden verla los gatos, las brujas y los magos. No soy gata, ni bruja, ni maga.

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Y ella, que se siente tan a gusto con la tristeza, con el desgarro, con la desventura y la desdicha, se encuentra ahora perdida, sin saber dónde está parada. Con el corazón habitado, pero fragmentado.

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