miércoles, octubre 07, 2009

La venganza colombofílica

Es de público conocimiento que pateé una paloma.
Y si no lo era hasta ahora, lo digo ahora a viva voz: yo pateé una paloma. (Vamos, no fue nada terrible. Fue una probadita, apenas la rocé, me dio culpa, nunca más lo hice.)

Ahora, en mi propia casa, en mi propia pequeñacasadondehayespaciosóloparaunapersona, mi venia me advirtió que había una paloma comiéndome las plantas... y empollando su huevo en mimáspequeñobalcónfrancésafrancesadodondenomeentranlospiesdeltodo, en una de las macetas. Si las cucarachas me dan miedo, asco e impresión, qué pensar de una paloma que puede... volar... es más grande, picotea, transmite enfermedades, etc, etc, etc.
El domingo encontré el nido vacío y apliqué una receta casera: bolsa, telas. No me animé a sacar el huvo. Qué tonta fui! Al día siguiente tenía instalada a la matrona otra vez en mi maceta, en mi balcón, en mi casa.
A la noche, hice todo por espantarla, vidrio mediante. Nada. La bicha se inflamó, se inflamó, aleteó un poco y no se movió del lugar.

Esta noche tengo uqe volver a mi casa. Mi casa oscura, porque no quiero levantar la ventana, porque me da miedo. Que se meta, que me robe el nido, que aparezcan más palomaplagas y me usurpen el rancho.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario