jueves, abril 29, 2010

Veinticuatro

El sábado fue 24.
Como es mi ritual habitual, me conduje al otro lado de la ciudad. No a montar guardia, sino a tentar al destino. Como siempre, la premisa es "si no aparece, es que definitivamente no era el hombre para mí" y me da changüí de un mes para seguir con mi vida, en mi búsqueda personal.

Tuve algunos contratiempos:

El bombachudo rosa estaba colgado y húmedo, todavía. Tuve que recurrir al secador de pelo para secarlo, porque no tengo plancha. Pensé en prender el horno, pero temí uqe la lycra se achicharrara en un descuido, entonces ya no tendría oportuunidad... Creo uqe si alguna vez me viera sin esa prenda, no me reconocería en absoluto. Era nuestro gesto cómplice, nuestro elemento clave.

El colectivo tardó más de lo normal.
Parece que hubo un choque en la Panamericana que causó una congestión, entonces las unidades tardaban más de lo habitual en pasar. Casi casi que no llego.

Era sábado.
Los sábados no se saca la basura. Mis posibilidades de encontrarlo abrazaban al cero. Lo cual era bueno. O no?
No, sin riesgo, no tiene tanta gracia.

Otro 24 que pasó, otro día sin verlo, sin padecerlo... un mes más para olvidarlo.

4 comentarios:

  1. me cito a mi misma: "digame que el bombachudo rosa no es para el que daba abrazos de oso"

    groas es mi palabra clave.

    ResponderBorrar
  2. Nones!

    Ese oso sigue abrazando! =o)

    ResponderBorrar
  3. "Allí donde no hay poesía,no hay toreo"...

    Salud!

    ResponderBorrar
  4. Apa! Me alegra eso de que su oso abrazador siga en le mismo lugar, Querida!

    Y si hablamos de bombachudos, te entiendo. Hay bombachudos y bombachudos.... incluyendo a ésos que todavía no encontraron cómplice para ser usados.

    La extraño Kairela!

    Aparezca más a menudo, quiere?

    ResponderBorrar