viernes, febrero 27, 2004

Hoy ahogué mis penas en un vaso de vino rosado (dos, en realidad). La verdad que hizo algo de efecto, porque me reí un poco. No quiero hacer apología del alcohol, pero bueno. Ojalá se venga la tormenta del siglo y me limpie de todos los males y todas las angustias. No porque las cosas desaparezcan, sino que me cambie la cabeza, que no me pre-ocupe tanto.

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