miércoles, abril 14, 2004

La mezquindad de los días de lluvia es sólo parecida a otro tipo de mezquindades de ocasión. La gente con paraguas camina siempre bajo los aleros. Los automovilistas hacen todo lo posible por pasar, -techados-, primero por las esquinas. Los automóviles, en particular los de gran porte, se esmeran en pasar tan cerca del cordón para evocar aquellas épocas del Camel Trophee, y de paso, recreándoles a los peatones aledaños las mejores escenas de "La tormenta perfecta".
La lluvia moja a la vez de abajo hacia arriba y de arriba hacia abajo. Lo primero en humedecerse son los pies y la cabeza.
Lo bueno, es, como todo, cuando a la cuarta o quinta gota uno logra entregarse, bajo la firme conviccion de que
a) adelante llueve como atrás
b) si encorvo la espalda lo único que se lograr es llegar más rápido a una contractura
c) uno es invencible frente a los demás, caminantes de azúcar que se acovachan en cada recoveco para salir aún más mojados.

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