Además de calvicies prematuras del Sr. Juan Carlos Tribunales, se ve desde mi ventana una pista de aterrizaje de alformbras voladoras persas, dispersas, dizque persas, presas de uno o dos muchachos que se encargan de peinarlas y emperifollarlas, seguramente para algún viaje secreto del Shá.
Yo todavía no vi ningún despegue, pero debe ser porque mi atención está anclada en una pantallita pequeña y binaria, y no tanto en el pantallón downtównico que la contiene.
Pero que las alfombras vuelan, vuelan.
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