jueves, junio 16, 2005

Lo veo detrás del vidrio, hermoso, lavando la cocina. Hace un ratito preparó pescado para los dos, mientras yo hacía la ensalada. De fondo, River-Banfield. Él es de San Lorenzo, y poco le importa el fútbol. Pero lo escucha con agrado. Lo suficientemente alto como para no tener que hablar.
Yo estoy del otro lado, y él enjuagando quién sabe qué. Y me mira, y me mira la sonrisa llena de amor. Y me hace señas de que el cigarrillo me hace mal. "Tenés que cuidarte tus pulmoncitos", me dijo hace un tiempo. Y tiene razón. Son pulmoncitos, los míos, siempre tan aquejados. Y veo cómo retoma su tarea con dolor. Sé que le duele. Él también sabe que me duele.
Pero yo sigo tan embelesada, que me vengo corriendo a escribir esto. Lo dejo con su eterna radio am. Entre ruido de platos que se ubican en su "lugar correcto".

2 comentarios:

  1. Ese libro (que te presté) es (aunque lo escriba otra) sin duda muy tuyo.

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  2. Es cierto... es muy mío... Ya postearé prestados pedacines personales que aparecen allí.

    No puedo dejar de agradecerte.

    Srta. K.

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