martes, noviembre 22, 2005

Me da vértigo subirme a mis zapatos. No por lo altos o bajos que puedan ser, sino porque son los míos.

Esto lo pensé hace unos diez días, cuando finalmente me había logrado montar sobre mi par-dorothy, uqe me estaban llevando finalmente hacia donde tenía que ir.
Hace unos menos días, el vértigo de estar parada donde me corresponde me atrincheró la boca del estómago y me hizo bajar.
Y hace días que no los puedo remontar...

Dónde me perdí?
Dónde dejé la piel del león, mi propia piel?

10 comentarios:

  1. ah, me encanta como escribes. vértigo, seeh.. a mi no se me pasa, no creo que quede más que saltar.

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  2. esos zapatos no se descalzan...quizas se los haya aflojado por que duelen...pero quizas siempre vayan a doler.

    tenga fuerza sta. flamenka!

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  3. Tal vez la leona esté descansando, un rato nomás.

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  4. Sí, claro uqe duelen, aprietan y dan calor.

    Toda hora es la hora de la verdad. Espero que sólo sea una respiro para tomar impulso. Quizás tenga que aprender que no se puede rugir todo el tiempo. Y que hay horas de verdad que se pasan en la piel del cordero.

    Le parece? Realmente le pregunto, ¿le parece, Slayer?


    Srta. K.

    Y oléi!

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  5. si me parece
    los lobos feroces mucho no se pueden camuflar

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  6. Estaré perdiendo el olfato?


    Srta. K.

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  7. No sin sorpresa descubro uqe casi todos mis zapatos (en particular mis botas) son uno o dos númerons más grandes.
    Casualidad?

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