No soporrrrrrrrto el olor que deja la lavandina en las manos. Es peor aún que el olor de la cebolla. El del ajo ya ni me molesta,p orque le encontré solución: dejar las manos sin frotar unos instantes bajo el chorro de agua fría (con este dato, Eduardo de la P. cambió mi vida en un 33%).
Ahora me voy a ir a dormir, y cuando ponga la mano abajo de la cara, voy a oler a lavandina y voy a tener sueños lavandinosos, prístinos y puros.
Mientras, las camisetas blancogrisácea y blancoverdosa están esperando su turno para convertirse al blancoalismo.
Cher Kairel:
ResponderBorrarPreocupado siempe por velar tus dulces sueños, estuve noches enteras estudiando "the lavandine effect".
No escatimé esfuerzos por tí.
En distintos claustros universitarios; bibliotecas enciclopedistas; templos umbanda, y fué allí, precisamente allí, donode un gran pae amigo me dijo:FALA PRA ELA UMA COISA MUITO SIMPLE, QUE DORMA CON GUANTIS.
Saravá Kairel.......
Fernando, el visitante de cualquier hora.....
casi casi como una blancoalición
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