martes, diciembre 06, 2005

Santo remedio

No soporrrrrrrrto el olor que deja la lavandina en las manos. Es peor aún que el olor de la cebolla. El del ajo ya ni me molesta,p orque le encontré solución: dejar las manos sin frotar unos instantes bajo el chorro de agua fría (con este dato, Eduardo de la P. cambió mi vida en un 33%).
Ahora me voy a ir a dormir, y cuando ponga la mano abajo de la cara, voy a oler a lavandina y voy a tener sueños lavandinosos, prístinos y puros.
Mientras, las camisetas blancogrisácea y blancoverdosa están esperando su turno para convertirse al blancoalismo.

2 comentarios:

  1. Cher Kairel:
    Preocupado siempe por velar tus dulces sueños, estuve noches enteras estudiando "the lavandine effect".
    No escatimé esfuerzos por tí.
    En distintos claustros universitarios; bibliotecas enciclopedistas; templos umbanda, y fué allí, precisamente allí, donode un gran pae amigo me dijo:FALA PRA ELA UMA COISA MUITO SIMPLE, QUE DORMA CON GUANTIS.
    Saravá Kairel.......
    Fernando, el visitante de cualquier hora.....

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  2. casi casi como una blancoalición

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