domingo, mayo 21, 2006

Nonsense

Caramelo de propóleo en ambiente cálido y húmedo. Irritado al fondo, conditio sine quanon para acceder: nadie come un caramelo de propóleo si no le duele la garganta, vamos.
Su destino es la detención para la cura, la suspensión en la boca hasta el momento de la desaparición (se me antojan metáforas y recursos aún más -sí, aún más- pretensiosos).
Víctima de la ansiedad y de la fortaleza que alguna vez propinó Odolito, se abre el cúmulo de cura y ahora hay dos pedazos grandes (huecos y sin relleno) y una esquirla que desaparecerá a la brevedad. Es más, ya desapareció.
Me pregunto si la ruptura modifica de forma alguna el alivio que prometieron. Me siento culpable y supongo que ya merezco el ardor y la inocuidad del antídoto. Baila mi lengua con el afán de volver a unir las superficies, pero es en vano. Ni son las mismas superficies, ni la saliva es cemento de contacto.
El consuelo llega izado por la imaginación (ay! Ella siempre...). Y todo tiene sentido: la ruptura, el hueco, el vacío; el espacio donde se guardaba el conjuro contra el dolor de garganta y que fue liberado en un acto de justicia por el comando de seguidores del Capitán Odol.

3 comentarios:

  1. me parecer (lo prueban este y el post que sigue) que volviste a divertirte con las palabras. true?

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  2. Cuando le quité la máscara al aburrimiento y me di cuenta de que se trataba de la Sra. Inconformidad (a lo Scooby Doo), pude volver al viejo truco del "Palabras lindas vs. chata realidad"
    ASí uqe sí, tiene razón.

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  3. sí, sí, sí. ese viejo truco.
    me alegro K.

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