lunes, mayo 05, 2008

Sueltillas Brasil I

-No me importa que haga frío, que se venga el otoño o que lo único uqe se pueda hacer sea comer, cocinar y si para la lluvia, caminar por la playa. Yo estoy feliz sólo de estar, por volver, por los olores, por el ruido de las olas, por ver la cortina de agua caer sobre lo verde del terreno baldío de al lado. -Ayer vi por mi barrio a un tipo hablarle a una masa informe de palomas habrientas a las que él alimentaba. Cómo no enamorarme de aqué perro playero, hermoso, atlético, fuerte y leal. Mazinger lo bautizó Cel. Poirot, lo bauticé yo... por Hercule Poirot. Mazinger Poirot, acordamos. Del color del café con leche como me gusta a mí. Me acompañaba en mis caminatas y me depositaba sana y salva en el hotel.

-A veces Poirot estaba con otra persona, jugando a ir a buscar el palito. Yo lo llamaba y él venía a saludarme. Después volvía con su otro dueño/compañero ocasional. Me encantaba que fuera tan independiente.

-En una de las caminatas por la playa, vi unos perros que me llamaron la atención porque estaban manchados como vacas. Eran vacaperros. Cuando volví, uno de esos perros yacía muerto y era el festín de unos cuantos buitres. No me puedo borrar de la cabeza la imagen de los picos agarrando la piel del chucho para romperla. Picoteaban sus patas, su barriga, su cabeza, su hocico.

-En otra de las caminatas hice la Gran Toffy: me dieron ganas de correr y Poirot me seguía feliz.

-Me llevé mal con los gatos ariscos del hotel. (Shhhhh! que mi papá no se entere que había gatos en el hotel!!!). Aunque después de quince días, uno aceptó comida de mi mano y se refregó contra mi brazo. Debo darme por satisfecha. -Poirot conoció a los gatos una de las veces que me acompañó. Hubo ladridos y... jjjjjjjjjjjjjj de los gatos. Me sentí culpable y me fui a mi dpto, deseando que al día siguiente estuvieran todos vivos.

-También estaba Sasha, otra perra que conocimos. A partir de la interacción con ella, fui(mos) declaradas en idioma canino "Amigas de los canes". Cuando estuve sola, los perros me afanaban la sombre de la sombrilla. Se acercaban, nos hacíamos unos mimos y se quedaban al resguardo del sol, los muy perros. Al mediodía, la usurpación era causal de guerra. Y los empujaba a reposerazos.

-También estaba Ezequiel, que era una lagartija del tamaño de dos falanges. (Fibi Falanshi). Cuando la volvió a ver, ya estaba más grandecita.

2 comentarios:

  1. y...si, los caninos tenemos ese encanto tan particular, no importa donde nos encuentre, vio?

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  2. qué lindas las fotos de Brasil Kairel!!! te veo linda!!!!jajaja

    abraxo!

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