miércoles, julio 09, 2008

Lucky strike

Estamos Azul (mi laptop) y yo en casa. Y esta es la primera vez que alguna red se pone disponible. Es decir uqe por este momento, habemus internetae.
Lo cual no es poco.
Mis pequeños placeres, pequeños proyectos, grandes ansiedades, fetiches y alienaciones de mercado: la casa propia, la compu, los zapatitos de princesa, las botitas lindas (que publicaría acá mismo, si mi hermana me devolviera el cable de la cámara!), el cajón, el año de independencia (casi), el año que pasó desde el nueve de julio (qué hiciste vos el nueve de julio del año pasado?), los chicaneos cotidianos a aquel ¿fiel? lector que son más costumbre o dramatismo inherente que hasta a mí me cansan, y sin embargo las heridas que siguen abiertas, por más que sé que a su tiempo se están cerrando; mis devaneos umbilicales que me cansan y me aburren, mis aspiraciones, mis proyectos de los que no termino de hacerme cargo, los roundups que no puedo dejar de evitar (en realidad, usualmente es así: los evito todo el tiempo subida al carrito de la montaña rusa, sin cinturón de seguridad), como las cosas uqe se vienen cerrando desde hace unos meses, el futuro uqe ya llegó (qué buena frase de tres tiempos a la vez!) y al que no quiero ver, con todos sus pros y sus contras. Lo grande que estoy, lo chica que soy aún (atún). El orden, el desorden, el cansancio constante, la felicidad completa y la incompleta, el eterno enamoramiento de la vida y la carencia de mimos reales, de contención. Y en el medio yo, que a esta altura no tengo la menor idea de lo uqe vendría a ser, a hacer, como si en mi rol sólo me dispusiera a atender cuestiones mínimas y cotidianas, porque todo el resto, todo lo grande, todo lo macro se va a ir acomodando, se está acomodando más allá de la posibilidad de tocar que tienen mis dedos.

Volveré y seré algunas.

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