miércoles, enero 28, 2009

Él la deja en mi mano izquierda. Me pregunta si puede tocarme y aunque yo no quiero, digo uqe si. En medio de la calle plagada de gente, es difícil acceder al mundo sagrado. Es más: no quiero. Tengo en claro qué voy a buscar y así lo manifiesto.
-Para qué la querés?
Pongo los ojos en blanco. Ya sé cómo es eso. Me río incómoda y me dice muy serio –Sin risas.- No me queda otra. Me explico. Me habla de algo inconcluso que no me permite ascender, me dice el segundo chakra (no me lo dice, pero me indica sin explicaciones), me habla de los miedos.
Yo no quiero más palabrerío. Fui a buscarla sabiendo parte de lo que me iba a decir, sabiendo que las iba a perder, e incluso así. Pregunta si me puede tocar y a regañadientes accedo.
-Tu mano izquierda.
Estiro mi mano izquierda y él pone las piedras. Es instantáneo: cuando ya están en contacto con mi piel, mi pierna izquierda empieza a aflojarse y yo a suspirar. Es como si me cayera hacia la nada, como si me hundiera, como si me derritiera. Se me afloja luego el brazo y recién ahí me doy cuenta de que la estoy apretando fuerte. Algo se va, como las cosas tontas y anecdóticas: lo uqe no es esencial.
Luego, en algún momento pasado el trance y ya más equilibrada en mi eje, soltaré la piedra y la pondré a resguardo para continuar moviéndome en el mundo profano.

3 comentarios:

  1. kairela querida, lo mejor es dejar ir aquello q no es escencial. bien!

    te mando un beso enorme!

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  2. Aham esas sensaciones son lo más .... déjese llevar más a menudo. Se lo agradecerá. Todas sabemos que usted puede.
    Beso!

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