sábado, julio 31, 2004

Schumi Gumi

De hecho, la caja de cambios, ya en el final, no soportó mis violentos embates entre la primera y la marcha atrás y decidió uqe para ella eso ya era suficiente.
Hoy, pese a la espesota cortina de niebla ante mí y mis ojos de luna maquillados (así como seguramente tantos otros), asistí a mi clase anual de manejo, porque venía rumiando la idea de tomar el control. Del auto. Y de mi papá, lo suficiente como para convencerlo de acompañarme (él y su R12 joya siempre taxi), la Carcachita del Dr. Chapatín, el Montañamóvil.
Pues bien, los resultados fueron excelentes, me divertí atropellando a unos Ray Connits a diestra y siniestra (en el sentido literal) hasta que finalmente conseguí pasar repetidas veces mientras un corito de ángeles cónicos me cantaba Chanson D'Amour (Ratará tará...) al verme pasar.
Pensé que tenía que hacerlo marcha atrás, pero fue una aplicación automática del: si puedes hacerlo difícil, para qué ir por lo fácil.
Y cuando ya me estaba acomodando, me di cuenta de que una persona se vuelve turra detrás del volante. Y si ya de por sí es jodida, se pone aún más jodida.
Así hubiera seguido un poco más, pero la Caja Vengadora tomó el toro por las astas y mi papá retomó el control de su barco.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario