miércoles, mayo 11, 2005

El germen de venus

Es la nada. La nadita misma. Arriba y adelante. Hasta que algo se ilumina. Un vestigio de blanco se envuelve sobre sí mismo para recordarme que hay algo más allá de la inmensidad. No sé qué, pero algo.
Una quietud humana de muerte. Mi respiración me aturde así como la oscuridad que irrumpe en gritos que se repiten por toda la eternidad.
Debería venir acá y escribir. Sólo escribir. Ni siquiera hablar con los conocidos (es una pérdida de palabras y de entonación). El resto, entregárselo a los dedos.
I must go now. Mi cama y mis ventanas abiertas me esperan ansiosas.
No me explico uqé hace una silla sobre el tacho de basura. Se me ocurren mil ideas de las que no puedo hilar ni un solo huso.
El fuego del mármol, en cambio, me encandila; golpeteay yo deseo un baño caliente sin tener que resignar la ropa puesta ni el calor ya ganado.
Vengo pensando uqe la oscuridad no es lo contrario de la luz. Es tan sólo una variante. Porque ella también es vasta, plena y entera. Ella también encandila. Es el vacío, en cambio, la ausencia. Una de esas tantas cosas que no podemos nombrar. El vacío, la vacuidad.

03/04/05

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