miércoles, agosto 31, 2005

Agresividad en la punta de los dedos y en la de la lengua. La bufanda todavía puesta, un mimo añejo y el reloj pisándome los talones (prometí llegar temprano y la excusa de la calabaza rellena me tiene atornillada aquí. Todavía tengo la mediasuela del zapato un poco suelta y sé que en un ratito voy a extrañar la ausencia de tolueno en mi heladera. No me va a salir el chaflán. Y mucho menos el "y 7". La furia. Furita, bah! Conmigo, claro está. Se neutraliza con el mimo. Más por añejo. Y en otra zona -¿del corazón? ¿del ego?- empiezan a destilarse pequeños sulfuros que me van a llevar a hacer cosas de las que me voy a arrepentir. Porque ya no hay lugar para mí. Porque todo, señoras y señores es ficción. Todo es literatura.
Y tienen putísima razón en mandarme de una buena -y sutil- patada en el culo , para afuera de la biblioteca, para afuera del librito.
Sí, muy lindo. Pero si me deslibrizo, dónde me meto?
Pa´dónde corro, mi amigo?

Y no sé para qué pregunto tanto si finalmente nadie va a responder.

Qué joder!

3 comentarios:

  1. El punto de quiebre en donde la ficción abarca la vida o donde la vida no abarca la ficción ¿no, Kai? Otra herida para lamer sola...

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  2. yo si te respondo querida, sabe que si no escribis algo va a faltar en estos dias de fin de invierno... bueno, adios.

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  3. Qué lindos ecos, cuando el invierno se araña a la puerta escupiendo su último frío, para no darle lugar a la primavera. El hielo se cuela en las heridas recientes y las antiguas. Finalmente siempre estamos solos. Incluso más para lamernos lo que nos duele.

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